Se dice que de músico, poeta y loco, todos tenemos un poco. Sin embargo, este hombre fue un verdadero polifacético. Resulta que este tipo no era solo un físico, también era un teólogo, inventor, alquimista y matemático inglés. ¡Hasta intentó convertir metales en oro! Preparate para conocer la emocionante biografía de Isaac Newton.
Nacimiento
Isaac Newton nació en un pequeño rincón del mundo, en un lugarcito llamado Woolsthorpe-by-Colsterworth. Desde el mismo principio, las cosas fueron algo difíciles para nuestro querido Newton. Resulta que cuando nació, ni siquiera estaba en la fecha correcta. O mejor dicho, en el calendario correcto. En ese tiempo se usaba el calendario Juliano, por lo que nació el 25 de diciembre de 1642, que ahora corresponde al 4 de enero de 1643. Era un bebé tan diminuto que nadie tenía esperanzas de que sobreviviera. Pero logró salir adelante.
Y eso no es lo único extraño en la vida de Newton. La casa donde creció también tenía sus peculiaridades. Era una casa en forma de una letra T. Y como no había Google Maps en esos tiempos, seguro resultaba un poco confuso tener que explicarle a los demás dónde vivía: «Sí, mi casa está en forma de una T, al lado del río, cerca de la meseta y hacia Grantham».
Infancia
Lamentablemente, el padre de Newton murió antes de que pudiera conocerlo. Y cuando su mamá decidió volver a casarse, en lugar de buscar un esposo amoroso y comprensivo, decidió casarse con un tal Barnabás Smith, quien más que Barnabás, era un bárbaro, que no tenía intenciones de cuidar de un niño de tres años. ¿Qué hizo entonces? Lo dejó a cargo de su abuela. Eso no le gustó nada a Isaac, quien se convirtió en un pequeño rebelde.
Más tarde, de adulto escribió una lista de confesiones de «pecados» que le pesaban. Entre los más destacados estaba esa adorable amenaza de la infancia: «Amenazar a mi padre y a mi madre Smith con quemarlos a ellos y a su casa». No es por justificar las tendencias pirómanas del joven Newton, ¡pero venga ya! ¿Quién no ha considerado una pequeña fogata familiar cuando le niegan unos años de convivencia? Además, en ese tiempo era un joven que todavía no podía calcular «la gravedad» de sus palabras.
Adolescencia
A los 12 años, Isaac fue enviado a estudiar al colegio The King’s School, en Grantham. Durante ese tiempo se quedó a vivir en la casa del Sr. Clark. Ahí no era el chico más popular. De hecho, se ganaba la envidia de los demás porque su inteligencia sobresalía notablemente. Pero no se alejaba de todos. Ahí estaba la joven Catherine Storer, a quien le gustaba construirle muebles para sus muñecas. No sabemos si su intención era conquistarla, pero está claro que ahi comenzaron sus estudios sobre las leyes de la atracción.
Con una ferretería completa en su dormitorio, financiada generosamente por las limosnas de mamá Newton, el chico fabricaba cosas que harían que cualquier maestro carpintero de Instagram se pusiera verde de envidia. Pero también era un «ingeniero». Hizo una maqueta a escala de esa cosa que a la que llamaban «Molino de Viento» y que estaba de moda en aquellos tiempos. Y después, ¡Le hizo mejoras! Se consiguió un ratón gimnasta al que llamaba «el molinero» y lo ponía a correr en una ruedita para darle vueltas al molino, luego lo instaló en el tejado. Sí, señores, tan eficiente como la ardilla que le giraba en la cabeza.
Inventos
También inventó el Ferrari del siglo: Un carrito impulsado por una manivela y el sudor de su propia frente. Podemos imaginarlo llegando a la escuela como Pedro Picapiedra. Y por las noches salía a asustar a los vecinos con esa cosa luminosa que llamaba «linterna». Y luego estaban los relojes solares. Este chico tenía una obsesión con el tiempo que pondría nervioso a cualquier conejo de cuentos. Marcar las horas era tan importante que convertía cualquier rayo de sol en un evento digno de «Las Vegas». La iglesia, el hogar, incluso el retrete (bueno, solo si entraba el sol), todo se convirtió en el vasto reino de las sombras cronometradas del joven Newton.
Por supuesto, todo ese cacharreo tenía su costo académico. A veces Newton bajaba sus calificaciones, y cuando le llamaban la atención, experimentaba una aceleración proporcional al regaño o castigo que le daban, y era tan terriblemente inteligente que pronto se recuperaba. Dejando a todos con la boca abierta y muertos de envidia.
Anécdotas
Un día el Newton recibió una patada «amistosa» de parte de quien se cree fue Arthur Storer, evidentemente Arthur no estaba satisfecho con que su inteligencia fuera eclipsada por este genio. Y posiblemente también le molestaban las atenciones de Isaac hacia Katherine. Sea como sea, este muchacho no tomó en cuenta un pequeño detalle: «A toda acción corresponde una reacción opuesta». Así que al final de las clases, terminaron en una pelea que dejó al pobre Arthur mirando estrellas por el resto de su vida… sí, se volvió astrónomo.
El 3 de septiembre de 1658, una tormenta desgarradora azotó Inglaterra. Sin embargo, entre relámpagos y truenos, el joven Isaac Newton se encontraba enfrascado en uno de sus experimentos más descabellados. Con una determinación inquebrantable, Newton saltaba como un grillo en medio del caos del viento y la lluvia. ¡Imaginen la escena! Un joven científico saltando a favor y en contra del viento, midiendo las marcas de sus saltos para averiguar qué tanto lo empujaba. «¡Esta tormenta es un pie más fuerte que cualquiera que haya conocido!», exclamó con esa chispa de entusiasmo que solo los científicos lunáticos pueden tener. Probablemente, los vecinos lo miraban desde sus ventanas con expresiones de desconcierto y tal vez un toque de preocupación. «¡Miren a ese loco! ¡Seguro se le mojó el cerebro con tanta lluvia!», pensarían, pues nunca antes habían visto a alguien midiendo cuantos «Newtons» de fuerza tenía una tormenta.
Estudios
Newton era todo un autodidacta. Cuando estuvo en la universidad se pasaba más tiempo leyendo libros en la Biblioteca que asistiendo a clases. Para los maestros era un «alumno mediocre». Pero para su tocayo, el profesor Isaac Barrow, este chico tenía talento, y le dio clases de matemáticas, ¡pero ojo! en poco tiempo, Newton terminó superando a su maestro. Y no conforme con eso, decidió ponerse en contacto con nada más y nada menos que la Royal Society, enviándoles sus descubrimientos y hasta un telescopio.
Newton había pasado al siguiente nivel, reflexionando y estudiando más leyes físicas, llegando a la conclusión de que «todo lo que sube tiene que bajar», menos el precio de las frutas en el mercado. Por eso quizás prefería tener su propio árbol de manzanas donde podía sentarse a reflexionar. Podemos decir que esas manzanas «le caían bien». Fue en esa epoca que escribió el que sería su libro más famoso: «Philosophiae naturalis principia mathematica», en latín. En donde puso por escrito sus más grandes descubrimientos.
A lo largo de su vida, Newton acumuló más títulos que un campeón de ajedrez. Parlamentario, custodio de la Casa de la Moneda, presidente de la Royal Society, y para coronar el pastel, ¡recibió el título de sir de manos de la reina Ana! ¿Quién necesita un premio Nobel cuando tienes un currículum como el suyo?
Fallecimiento
Con el tiempo, Newton cayó en una profunda depresión, aunque no sabía que sus cambios de humor se debían al mercurio que lo estaba intoxicando. Como si todo esto fuera poco, también tuvo que lidiar con los dolores renales, sufriendo unos cólicos nefríticos que seguramente lo hacían arrepentirse de no haber estudiado botánica en lugar de física.
A sus 84 años de edad, Newton falleció el 20 de marzo de 1727… del calendario Juliano, es decir el 31 de marzo del calendario gregoriano. ¡En serio, tienes un solo trabajo, calendario! Durante toda su vida, Isaac Newton se vio a sí mismo como un niño, y todos sus descubrimientos, eran para él como unas cuantas caracolas a la orilla de una inmensa playa, llena de misterios que aún quedaban por ser descubiertos.
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