Prepárense para conocer al genio de la electricidad. El hombre que soñaba con iluminar el mundo con solo chasquear los dedos. Pero, ¿de dónde salió este genio de chispas y bobinas? Es hora de conocer la emocionante Biografía de Nikola Tesla.
Nacimiento
Nuestro amigo Niky llegó al mundo como un súper bebé de la ciencia el 28 de junio de 1856 (o el 10 de julio para los que les gusta el calendario moderno) en un lugar llamado Smiljan, que ahora podemos encontrar en un mapa de Croacia.
Su papá Milutin, no era un simple cantante de ducha, sino un sacerdote de la iglesia ortodoxa serbia, que seguramente sentía que tenía una voz celestial. Y su mamá, Đuka Mandić, era una ama de casa que no necesitaba YouTube para hacer sus propios gadgets eléctricos en la cocina. Seguramente podía hacer un tostador casero mientras recitaba poemas serbios, todo sin saber leer. Vamos, que si Tesla hubiera sacado un manual, ella lo habría memorizado completito sin siquiera echarle un vistazo. ¡Tal vez fue de mamá Đuka que Niky heredó su habilidad para inventar cosas sin consultar el manual de instrucciones!
Estudios
Tesla se las arregló para aprender no dos, ni tres, sino OCHO idiomas. Sí, has entendido bien. Ocho. Era lo que los expertos llaman un «hiper-políglota», que es alguien que hace que el resto de nosotros parezcamos vagos por no poder recordar ni las palabras de la canción de «Despacito». La regla no oficial dice que si puedes hablar más de seis idiomas sin sudar, felicidades, puedes llamarte a ti mismo un hiper-políglota. Así que la próxima vez que te sientas orgulloso de recitar el menú de tu restaurante italiano favorito, recuerda que Tesla lo hacía en ocho idiomas mientras planificaba cómo iluminar el mundo. ¡Nada mal para un tipo del siglo XIX!
El hombre sufría de algo que hoy llamaríamos sinestesia, una fiesta sensorial que deja a tus sentidos todos confundidos. Su cerebro estaba como un festival de luces, con haces brillantes y alucinaciones que le hacían ver la palabra ‘GENIO’ en letras de neón por todas partes.
A ver, imagínate a este tipo como tu amigo que nunca necesita tomar notas. ¿Libros enteros? ¡Pam! Memorizados mientras tú aún estás intentando recordar dónde dejaste las llaves del auto. Pero aún hay más. ¿Alguna vez has tenido una de esas ideas geniales mientras te duchas? Bueno, Tesla tenía esas revelaciones todo el tiempo, ¡y sin necesidad de agua! Tesla no era de los que garabateaban en servilletas. Él era más del tipo que construía castillos en el aire, literalmente. Podía visualizar sus inventos en 3D en su cabecita antes de que siquiera existieran. ¿Hacer planos? Eso para el era como dibujar pinturas rupestres.
El bueno de Niky era un estudiante incansable, se mantenía despierto desde las 3 de la mañana hasta las 11 de la noche, incluso los sábados y domingos y días festivos. Los profesores de Tesla, preocupados por la situación, le enviaron a su padre varias cartas que básicamente decían «Señor Tesla, su hijo está a un libro de texto de desmayarse en la biblioteca «.
Nikola, que aparentemente se tragaba los libros de texto en el desayuno, se ventiló un curso de cuatro años en el Gymnasium de Karlovac en solo tres. El siguiente destello de su saga estudiantil lo llevó a la Universidad de Graz en 1875, donde nuestro niño eléctrico se zambulló de cabeza en el fascinante mundo de la corriente alterna. Si bien hay rumores de que se graduó, la propia universidad cuenta una historia diferente, insinuando que Nikola dejó los estudios a mitad de su tercer año y nunca más volvió.
Empleo y logros
Más adelánte, en la tierra de Budapest, Niky se convirtió en el jefe de los electricistas en una compañía de teléfonos. Ahí, mientras hacía malabarismos con los cables, conoció a Nebojša Petrović, el chico serbio, y juntos desarrollaron experimentos para obtener energía continua. Después de eso, Tesla ascendió al trono como el ingeniero de la primera red telefónica del país. Y por si fuera poco, parece que inventó algo que podría haber sido un altavoz. Así es, gracias a él ahora puedes escuchar Spotify con tus altavoces, en vez de tener que pegar la oreja a un gramófono.
Tesla, quería enviar energía eléctrica a través del aire. En aquel entonces, la idea de transmitir energía sin un cablecito de por medio era como pensar en ponerse a dieta en medio de una fábrica de chocolate. No había manera factible. Las señales de radio apenas se habían puesto de moda, y los estudios sobre ellas estaban dando sus primeros pasos. Pero Tesla, en su rebeldía científica, dijo «¡Bah, esto tiene muchos errores! ¡Las ondas de Hertz no sirven para lo que quiero y además se pierden en el espacio como mis esperanzas de tener un peinado normal!»
Tesla, en su laboratorio, decidió que la electricidad podía viajar por la Tierra o por el aire. Entonces se puso a instalar un transformador gigante, que más que un equipo científico, parecía algo sacado de una película de ciencia ficción. Tesla pensó que podía usar la atmósfera como un gran cable invisible. Tenía planes de poner globos gigantes y electrodos flotando sobre los 9000 metros de altura. Y desde ahí, además de saludar a los extraterrestres, enviaría millones de voltios a través del cielo, seguro pensando «¿Qué podría salir mal?».
Su plan maestro, llamado el «sistema mundial para la transmisión de energía eléctrica sin cables» (porque a Tesla también le gustaban los nombres épicos), iba a usar la Tierra como un enorme enchufe de pared. La idea era enviar energía por todo el planeta y que la gente simplemente la tomara y alimentara sus cacharros eléctricos.
Tesla afirmó que había demostrado cómo hacer esto desde principios de 1891, pero al final, resultó ser más difícil que intentar enseñarle a un gato a no ignorarte. A pesar de su genialidad y esfuerzo, este capítulo de sus aventuras terminó en más de un cortocircuito.
Pero no todo fueron sueños incumplidos. A Tesla le fascinaba la idea de la energía inalámbrica, y siguió explorando. Un día de 1898 Tesla presentó su bote controlado por radio. Imagínate la escena: Tesla llega al Madison Square Garden de Nueva York con su bote, y no hay cables a la vista. Y ahí está él, con su control remoto, mientras todo el mundo lo ve como si hubiera sacado a pasear a su perro volador. Obviamente, la gente se quedó sorprendida, pensando que era brujería o que quizás tenía un mono entrenado escondido en el bote.
Fallecimiento
El 7 de enero de 1943, el pobre viejo Tesla se nos apagó para siempre, y no, no fue por tocar un enchufe con los dedos mojados, sino por algo llamado trombosis coronaria, a la madura edad de 86 años. Murió solito en su habitación de hotel, la número 3327 (porque evidentemente, la número 13 estaba ocupada). Finalmente, este incansable trabajador descansó en paz, hasta dejó puesto su letrero de «No Molestar» en la puerta. Eso hizo que tardaran 2 días en darse cuenta de que Nikola Tesla se había quedado sin energía.
Aunque Tesla había vivido en los Estados Unidos durante décadas y se había convertido en ciudadano, al FBI le entró el pánico. Ah, estos muchachos de las gafas oscuras y trajes serios. Cuando se enteraron de que Nikola Tesla, el rey de los voltios y amperios, había colgado los cables, empezaron a preguntarse, ¿qué tal si este tipo que jugaba con la electricidad hubiera inventado algo capaz de freír un huevo a 50 metros de distancia o, peor aún, una máquina de rayos que pudiera hacerle cosquillas al vecino incómodo a través de las paredes?
Y como estaban en plena paranoia por la guerra, no iban a quedarse sentados esperando a ver que pasaba mientras las notas de Tesla vagaban por ahí repletas de secretos oscuros. La cuestión es que no querían que las mentes «no tan amigas» (léase enemigos de espionaje) consiguieran algo que pudiera cambiar el curso de la historia, algo así como descubrir la receta secreta de la Coca-Cola y usarla para crear refrescos súper espías que controlen tu mente cuando los bebes.
Podemos imaginarlos ahí, todos nerviositos pensando: «Y ahora, ¿quién podrá defendernos?». Y aquí es donde entró en escena un nuevo héroe… No, no era el chapulín colorado, sino el mismísimo John G. Trump, el tío abuelo del que en el futuro sería el presidente de los memes que todo el mundo comparte en Facebook, y un tipo muy listo para las cosas eléctricas.
El amigo Trump se pasó tres días buceando entre los garabatos y cachivaches de Tesla, temiendo que tuviera escondido un rayo de la muerte en el cajón de los calzoncillos. Pero ¿qué encontró? Nada, niente, nothing, nichts. El veredicto final fue que las últimas invenciones de Tesla eran más aire que otra cosa. Al final entendieron que hablar en voz alta sobre transmitir energía sin cables estaba muy bien para una charla de café, pero no para las fuerzas armadas. Tesla, aunque fue un genio, no dejó detrás el detonante de la próxima guerra mundial, sino más bien unas cuantas notas sobre soñar con un futuro más brillante (y con más energía inalámbrica).
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